No soy nadie especial. Sólo soy un hombre corriente con pensamientos corrientes. Llevo una vida corriente. No soy el mejor novio ni el mejor amigo del mundo. Pero siempre he procurado vivir la vida de forma apasionada, rodeándome de la gente que me gusta. Y amar sin cuartel ni freno de mano. Aunque éso me haya ocasionado más de un disgusto, más de un beso (y más de un bofetón).
Explicar el significado del amor con palabras a veces es más complicado que definir a ciencia exacta conceptos abstractos, como el pragmatismo o el nihilismo. O conseguir lograr que el equilibrio sea posible. Aunque de vez en cuando una canción, un recuerdo o un simple esbozo de sonrisa permiten clarificar sentimientos sobre la hoja de un papel, lo cierto es que manifestarlos de forma que queden para el recuerdo y la posteridad (de forma nítida) es una presa realmente complicada. Y si a todo ello le unimos la ola de calor inhumana que azota Madrid estos días (sí, el verano ya ha llegado de una puta vez), escribir desciende vertiginosamente de las prioridades en tu vida (imitar a Tom Cruise en Risky Business se convierte en la primera hasta nueva orden). He llegado a la conclusión de que lo único 'positivo' de este calor insoportable (agosto será de agarrarse que vienen curvas), es que estos días puedo perfeccionar constantemente mi pose de ejecutivo chaqueta de traje al hombro.
Sin embargo, no me quejo. Ni mucho menos. Recientemente he disfrutado de un fin de semana inolvidable en Comillas. Para quien no lo conozca, es uno de los parajes más bonitos de nuestro país. Entre bocartes, navajas, rabas y Gin Tonics, me dio tiempo a quemarme (primera noticia eso de que el sol del norte pega tanto que puede abrasarte), pero también a realizar una promesa zalamera de comprarme algún día una casa en ese lugar. Y yo soy de esos cabezones empecinados en sólo prometer cuando se puede prometer.
Con todo, y a pesar de que todo el mundo sabe que soy el más fiel (además de impulsor) acérrimo del Cholismo sentimental, soy de los que piensa que el amor se demuestra más allá de ir cita a cita, día a día, partido a partido. Nadie sabe a ciencia cierta qué cojones significa esto del amor, pero todos experimentamos con mayor o menor éxito. Sin duda, la lección más valiosa que he aprendido en los últimos tiempos es que en esta vida todo cambia de un día para otro. "La vida pasa a una velocidad de vértigo". Marc Levy tenía razón, por lo que nunca debes de dejar demostrar a los tuyos cuánto les quieres.
*Mis más sinceras disculpas por todos los laísmos que se repiten a continuación. Necesidades del guion.
Y con ella, sigue los dictados de tu corazón. Si la quieres, demuéstraselo a diario. Aunque a veces lo olviden, ellas son conscientes de que toda mujer merece tener un hombre que la valore, que la respete, que la ame. Y sobre todo, que se lo demuestre. Acompáñala siempre a casa. Mímala, bésala y tócala lo suficiente para que se sienta querida en todo momento. Hazla cosquillas en la espalda y conseguirás que se estremezca. Abrígala cuando haga frío y procura que no se moje, salvo que bailéis bajo la lluvia. Hazla sentirse protegida y comprendida con los problemas de la rutina diaria. Llévate bien con su familia y sus amigos, ya que algún día podrán ser los tuyos. No la agobies nunca. Deja que cada uno tenga su espacio y su vida más allá de la pareja.
Disfruta de los momentos que sólo tú y ella sabéis. Cómprala flores, porque no hay nada más bonito que regalar flores con el corazón. Invítala a comer y a cenar, no por ser un día especial, sino porque te sale de dentro hacerlo. Besayunar juntos en la cama perreando durante horas, porque no hay nada mejor que vaguear y retozar sin mirar el reloj disfrutando sin cesar. Hazla reír todos los días. Soñad juntos. Dala buena conversación, porque la química y la llama han de mantenerse vivas. Cuando te enfades con ella, mírala a los ojos y cuenta hasta diez. Piensa que (casi) todo en esta vida tiene solución. Sé fiel, porque estropear lo fraguado durante mucho tiempo no sólo es traicionarte a ella, a ti mismo y a tu corazón, sino del género tonto, gilipollas, inmaduro y estúpido.
Tararea canciones que te recuerdan a ella constantemente. Cógela siempre con ganas e ilusión. Os mandáis e-mails en el trabajo. No acabéis con esa costumbre porque es una muestra de romanticismo al más puro estilo siglo XXI. Deja por escrito que nunca la vas a abandonar. Jamás la insultes. Dila que la quieres sólo cuando realmente te mueras por decírselo. Planear vuestro futuro juntos, sin prisa pero sin pausa, dando los pasos adecuados. Compárala con cualquier comida (por ejemplo: un sobao), porque la harás disfrutar. Y la harás sentirse querida. Confía en ella porque sin confianza una relación está abocada al fracaso. Imagina tu vida junto a ella dentro de 30 o 40 años. Y si sonríes imaginándolo es que puede hacerse realidad.
Enamórate de sus pequeñas idiosincrasias, porque si Dios quiere pasarás con ellas (y disfrutarás de ellas) indefinidamente. Sed kamikazes enamorados y conseguiréis sentiros jóvenes eternamente. Perdónala en sus peores días con la mejor de tus comprensiones, como haría ella. Sé celoso y orgulloso, pero sólo lo justo y necesario. Llévala de viaje a París, y disfrutad de un atardecer en el Sena desde el mágico Bateau Mouche.
Echo la vista atrás y me doy cuenta de que soy exactamente igual que hace diez años. Ya no leo con atención novelas de Martín Casariego, escucho en bucle los discos de Maná o cortejo a través del Messenger. Pero sigo siendo el mismo romántico empedernido e incorregible de siempre. Porque lo más bonito que te puede pasar en la vida es que ames y seas correspondido. Sólo concibo vivir la vida a tu lado, haciéndote la mujer más feliz del mundo y envejeciendo juntos. Y demostrarte a diario alguna estupidez, por ejemplo, que te quiero.
PD: Eres el queso de mis macarrones.
HAAF
Explicar el significado del amor con palabras a veces es más complicado que definir a ciencia exacta conceptos abstractos, como el pragmatismo o el nihilismo. O conseguir lograr que el equilibrio sea posible. Aunque de vez en cuando una canción, un recuerdo o un simple esbozo de sonrisa permiten clarificar sentimientos sobre la hoja de un papel, lo cierto es que manifestarlos de forma que queden para el recuerdo y la posteridad (de forma nítida) es una presa realmente complicada. Y si a todo ello le unimos la ola de calor inhumana que azota Madrid estos días (sí, el verano ya ha llegado de una puta vez), escribir desciende vertiginosamente de las prioridades en tu vida (imitar a Tom Cruise en Risky Business se convierte en la primera hasta nueva orden). He llegado a la conclusión de que lo único 'positivo' de este calor insoportable (agosto será de agarrarse que vienen curvas), es que estos días puedo perfeccionar constantemente mi pose de ejecutivo chaqueta de traje al hombro.
Sin embargo, no me quejo. Ni mucho menos. Recientemente he disfrutado de un fin de semana inolvidable en Comillas. Para quien no lo conozca, es uno de los parajes más bonitos de nuestro país. Entre bocartes, navajas, rabas y Gin Tonics, me dio tiempo a quemarme (primera noticia eso de que el sol del norte pega tanto que puede abrasarte), pero también a realizar una promesa zalamera de comprarme algún día una casa en ese lugar. Y yo soy de esos cabezones empecinados en sólo prometer cuando se puede prometer.
Con todo, y a pesar de que todo el mundo sabe que soy el más fiel (además de impulsor) acérrimo del Cholismo sentimental, soy de los que piensa que el amor se demuestra más allá de ir cita a cita, día a día, partido a partido. Nadie sabe a ciencia cierta qué cojones significa esto del amor, pero todos experimentamos con mayor o menor éxito. Sin duda, la lección más valiosa que he aprendido en los últimos tiempos es que en esta vida todo cambia de un día para otro. "La vida pasa a una velocidad de vértigo". Marc Levy tenía razón, por lo que nunca debes de dejar demostrar a los tuyos cuánto les quieres.
*Mis más sinceras disculpas por todos los laísmos que se repiten a continuación. Necesidades del guion.
Y con ella, sigue los dictados de tu corazón. Si la quieres, demuéstraselo a diario. Aunque a veces lo olviden, ellas son conscientes de que toda mujer merece tener un hombre que la valore, que la respete, que la ame. Y sobre todo, que se lo demuestre. Acompáñala siempre a casa. Mímala, bésala y tócala lo suficiente para que se sienta querida en todo momento. Hazla cosquillas en la espalda y conseguirás que se estremezca. Abrígala cuando haga frío y procura que no se moje, salvo que bailéis bajo la lluvia. Hazla sentirse protegida y comprendida con los problemas de la rutina diaria. Llévate bien con su familia y sus amigos, ya que algún día podrán ser los tuyos. No la agobies nunca. Deja que cada uno tenga su espacio y su vida más allá de la pareja.
Disfruta de los momentos que sólo tú y ella sabéis. Cómprala flores, porque no hay nada más bonito que regalar flores con el corazón. Invítala a comer y a cenar, no por ser un día especial, sino porque te sale de dentro hacerlo. Besayunar juntos en la cama perreando durante horas, porque no hay nada mejor que vaguear y retozar sin mirar el reloj disfrutando sin cesar. Hazla reír todos los días. Soñad juntos. Dala buena conversación, porque la química y la llama han de mantenerse vivas. Cuando te enfades con ella, mírala a los ojos y cuenta hasta diez. Piensa que (casi) todo en esta vida tiene solución. Sé fiel, porque estropear lo fraguado durante mucho tiempo no sólo es traicionarte a ella, a ti mismo y a tu corazón, sino del género tonto, gilipollas, inmaduro y estúpido.
Tararea canciones que te recuerdan a ella constantemente. Cógela siempre con ganas e ilusión. Os mandáis e-mails en el trabajo. No acabéis con esa costumbre porque es una muestra de romanticismo al más puro estilo siglo XXI. Deja por escrito que nunca la vas a abandonar. Jamás la insultes. Dila que la quieres sólo cuando realmente te mueras por decírselo. Planear vuestro futuro juntos, sin prisa pero sin pausa, dando los pasos adecuados. Compárala con cualquier comida (por ejemplo: un sobao), porque la harás disfrutar. Y la harás sentirse querida. Confía en ella porque sin confianza una relación está abocada al fracaso. Imagina tu vida junto a ella dentro de 30 o 40 años. Y si sonríes imaginándolo es que puede hacerse realidad.

Echo la vista atrás y me doy cuenta de que soy exactamente igual que hace diez años. Ya no leo con atención novelas de Martín Casariego, escucho en bucle los discos de Maná o cortejo a través del Messenger. Pero sigo siendo el mismo romántico empedernido e incorregible de siempre. Porque lo más bonito que te puede pasar en la vida es que ames y seas correspondido. Sólo concibo vivir la vida a tu lado, haciéndote la mujer más feliz del mundo y envejeciendo juntos. Y demostrarte a diario alguna estupidez, por ejemplo, que te quiero.
PD: Eres el queso de mis macarrones.
HAAF
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