* "Hay días en que me levanto con una esperanza demencial, momentos en los que siento que las posibilidades de una vida más humana están al alcance de nuestras manos. Éste es uno de esos días".
** "Cuando somos sensibles, cuando nuestros poros no están cubiertos de las implacables placas, la cercanía con la presencia humana, nos sacude, nos alienta, comprendemos que es el otro el que siempre nos salva. Y si hemos llegado a la edad que tenemos es porque otros nos han ido salvando la vida".
La resistencia, de Ernesto Sábato
--------
Más de dos meses sin dar señales de vida han sido suficientes para que mis escasos fieles pongan el grito en el cielo y me pregunten si me ha sucedido algo o directamente barrunten sin piedad sobre mí. ¿Habrá tocado mi inspiración a su fin?. Lo cierto es que la resaca veraniega está siendo peor de lo que pensaba. Aún estoy digiriendo con la mayor entereza posible que uno de los hombres a los que mayor estima profesaba (en un pedestal), como es Xabi Alonso, haya abandonado el Real Madrid al más puro estilo Nancy Sinatra. De un día para otro, sin anestesia, y lo que es peor, con el rumor latente de que una presunta infidelidad ha podido acelerar los acontecimientos.
¿Por qué buscar una hamburguesa fuera cuando tienes solomillo en casa? O mejor dicho, ¿por qué buscar una Russian Red cuando tienes a Nagore Aramburu en casa? Sea como fuere, este oscuro suceso ha aumentado la ya de por sí depresión postvacacional habitual de septiembre. Para un servidor, el período estival ha sido breve, pero intenso. Así se aprecia más, la verdad. Y cuando cruzas el charco en buena compañía, te das cuenta de que una de las mejores cosas de comenzar a ganar dinero es gastarte el dinero con los tuyos.
Igual que lo es observar a la chica más guapa del mundo oteando el horizonte en un rascacielos a 442 metros de altura. O disfrutar con satisfacción cómo su melena se mueve al son de la brisa del Lago Michigan. Viajar es la vida, dicen. Y las instantáneas que te haces (y que te repites hasta alcanzar la perfección), quedarán para la posteridad, pero los recuerdos de un viaje quedan en la retina para siempre y estos sí que son imborrables. Sin duda, son las mejores fotografías que uno puede conservar.
Bueno, antes de enrollarme más de lo debido, iré al grano. "Como decíamos ayer" (Fray Luis de León dixit), el verano no es la mejor época del año para las relaciones sentimentales. En ocasiones, el duro lastre de los problemas de pareja durante el año se acaba pagando curiosamente cuando más deberían resolverse. Una vez más, no tengo respuesta al kit de la cuestión. Como veis, no valdría para ser una especie de Elena Francis del Siglo XXI. En alguna otra ocasión he escrito algo parecido. Pero es evidente que la sociedad actual es educada para sobrevivir en un mundo de competencia feroz, en el que nunca tiene cabida la paciencia. Se premia al corrupto, al frívolo y al que no se esfuerza. Extrapolándolo a las relaciones personas, quizá por ahí radique el problema. No se valora lo suficiente lo que se tiene (incluso después de perderlo), no hay dignidad, no hay una autoexigencia de principios y valores y, sobre todo, no hay conciencia.
No voy a dar lecciones de moralidad a nadie porque quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Pero el problema de cómo queremos en el Siglo XXI es algo que viene de raíz. Recientemente, el brillante (y no menos polémico) Risto Mejide ahondaba en la cuestión en una columna de opinión: "Qué mal nos queremos". ¿Cómo podemos querer a alguien con tanta intensidad y pasión y acto seguido abandonarle con piedad y alevosía? Las cuentas no cuadran. Y es que se habla poco de ella, pero esta crisis, al igual que la económica, abarca tintes dramáticos. Nos queremos mal, no nos tomamos en serio los momentos de soledad para interiorizar lo suficiente y ponemos coto a la velocidad de nuestros actos amorosos por el mero hecho del qué dirán.
¡Habráse visto! Desde cuándo debes actuar lejos de tus instintos, cabeza o corazón. Lo dicho: todo viene de la educación que se da en la sociedad actual. A colación de esto, a veces me gusta recordar una verdad como un templo a cargo de Luis García Montero: "Quien no quiso caer en la mentira, no sea injusto desde la verdad". Con el auge de las nuevas tecnologías, hablamos más que nunca, pero no nos decimos nada. No es fácil encontrar a tu media langosta, pero una vez que la encuentras todo va rodado. Te enamoras hasta las trancas. De las taras, virtudes, defectos y de hasta esa cara que pone cuando realmente está enfadada.

Con este panorama actual, yo me pregunto: ¿qué fue de los buenos (y, por supuesto, de las buenas)? ¿Ya no está de moda acompañar a tu pareja a casa para que se sienta protegida y agradecida?, ¿o salir de la piscina pitando en busca de la toalla para arroparla y que no se enfríe?; o simplemente, ¿actuar con bondad siguiendo los dictados de tu corazón? Es evidente que todo eso pasó a mejor vida. Nos sobran modas y nos faltan cabezas amuebladas. Parece que hay gente que prefiere destrozar un castillo de confianza fraguado durante años y tirar todo por la borda. Vivir la vida en común con alguien a quien amas es algo realmente especial. Aprender el uno del otro, madurar, equivocarse y acertar juntos. Hoy todo esto parece utópico.
Amig@s despechad@s, que no cunda el pesimismo ni el pánico. El tiempo pasará. Una y otra vez. Algún día volverán las victorias. Los días de cerveza, de regalar rosas, de prometer Lunas y de hedonismo. Los días en que dejaremos de gastarnos el dinero en gilipolleces. Y haremos el amor, nos besaremos hasta que nos duela la boca y haremos el amor de nuevo. Y cuando él o ella diga Ben, él o ella dirá Affleck. Y lloraremos, reiremos y disfrutaremos. Y volverás a tener ganas de comerte el mundo. Y te darás cuenta de lo necesario que es pasar más tiempo con uno mismo, para poder pasarlo con los demás. Y no permitiréis que el orgullo decida por los dos. Y el equilibrio será posible. Y volverá el Cholismo sentimental. Y nos emborracharemos juntos hasta caer rendidos.
Porque como el resistente Ernesto Sábato, yo también creo en los cafés (cortados), en el diálogo, en la dignidad de la persona, en la libertad (y sobre todo, en la BONDAD). Pero también siento nostalgia, casi ansiedad de un infinito, pero humano, a nuestra medida. En mi caso, suertudo donde los haya, tengo motivos de peso para creer. Gané la lotería hace tiempo. En el momento en que ya estaba a punto de entregar la cuchara, gané la batalla. Sin embargo, otros quedaron el camino. Ayudémosles. Los buenos se lo merecen todo. No tengáis duda de que resistiremos juntos. Al fin y al cabo, esto es un reajuste de cuentas.
HAAF
*Para G, claro
los buenos andamos muy jodidos durante el sanchismo.....
ResponderEliminar